Nadie debe decirte que no aspires a más, que no sueñes ni te esfuerces para salir adelante y alcanzar mejor calidad de vida. Y si tuviste el privilegio de estudiar y obtener uno o más títulos, hazlo con mayor razón e incluso con sentido social, con la meta de compartir y dar beneficio a otros que están en tu ámbito profesional.
Nadie debe decirte que eres egoísta e hipócrita si decides prosperar y alcanzar mejores estándares de vida. El esfuerzo por lo general tiende a ser generoso porque conlleva compartir y beneficiar a quienes te rodean, y porque entrar en un círculo virtuoso económicamente no es ser falso ni embustero, sino la oportunidad de ser mejor y (de cada quien dependerá) más solidario con los demás.
Nadie debe decirte que estás equivocado si decides renunciar a la dádiva y la caridad, para sumarte a los que luchan por obtener el ingreso diario que te permita alcanzar lo que muchos no consiguen.
Nadie debe decirte que estás en un error por ir a misa los domingos, confesarte y vivir tu espiritualidad tanto como sientas y desees.
Quien te dice eso no te desea el bien. Desea SU bien, posiblemente con perversidad. Quien te dice eso defiende y propone una actitud de sometimiento y conformismo. No es la esperanza.
La bandera de la esperanza en México es el esfuerzo y el empeño en salir adelante, siendo solidarios y generosos.
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